Es un hecho que la liberalización económica va a prevalecer durante muchos
años más. Pero también es evidente que desde la crisis de 2008 la dinámica
económica ha tenido un giro tal vez inesperado pero cierto; la confianza en el
sistema que ha venido reinando desde el término de la segunda guerra mundial ha
mermado y algunos países han comenzado a incorporarse a vías alternativas a las
que en un principio estableció, a manera de dogma, el GATT.
Algunos afirman que esta desconfianza en el paradigma surgió a raíz de
la falta de ratificación de la Ronda de Doha, en la cual la OMC quiso dar algunos
pasos en pro al multilateralismo pero se encontró con el descontento de algunos
países en desarrollo que no estaban dispuestos a ceder a dichos acuerdos ya que
atentaban contra ciertos sectores estratégicos, a saber, el sector agrícola y
de las manufacturas (Steinberg, 2007).
Este acontecimiento dio paso al denominado “regionalismo”, el cual hasta
la fecha ha sido centro de discusión al tratar de entender si éste viene a
sustituir al multilateralismo, o al contrario, origina una senda que lleva al libre
comercio internacional. No se sabe a ciencia cierta cuál sea su papel, lo que
sí es un hecho es que está tomando fuerza y pinta a ser el futuro de la
integración económica entre países. Más aún después de ver los resultados que ha
tenido la UE siguiendo los pasos marcados por la OMC: se habla de que la UE ha
sufrido un estancamiento tanto interno como externo y que puede llegar a perder
influencia de manera dramática (Fischer, 2009). De igual manera, algunos
estudios señalan que dentro de treinta años su economía abarcará el 5% del
total mundial a comparación del 20% que ocupaba en el 2000, en contraste con la
economía de China e India, que abarcaba 16% del total en ese año y llegará a
tener el 52% de la actividad económica mundial dentro de tres décadas (Naím, 2009).
A pesar de que los países ricos, en específico Estados Unidos, defienden
a capa y espada la “no discriminación” para poder llevar a cabo un comercio
bajo el principio de la nación más favorecida, Klein (2009) expone algunos
puntos que muestran la falta de compromiso de Estados Unidos ante el acuerdo
que él mismo estableció en un principio y algunas jugadas sucias dentro de su
relación con otros países, o su “mala influencia” como ella lo denomina. Klein
concluye de una manera muy acertada: en
áreas en las cuales otras naciones prósperas se tambalean entre una acción
basada en principios y negligencia, las intervenciones de Estados Unidos las
han inclinado hacia la negligencia. Si ésta es la nueva era del
multilateralismo, no es ningún premio.
En conclusión, el futuro de la integración económica se vislumbra con
una dinámica distinta a la establecida por la OMC. Por un lado, para países
como China, India y Japón, el regionalismo los ha llevado (y lo seguirá
haciendo) a un mayor desarrollo económico, con un dinamismo exitoso en la
integración de la economía mundial (FMI, 2006). Por el otro, la UE y Estados
Unidos se han ido debilitando en un ambiente en el que parece que han agotado
sus posibilidades de éxito dentro del multilateralismo. Probablemente, la
diferencia entre regionalismo y multilateralismo se puntualice aún más con el
paso de los años, será ahí cuando los países adviertan cuál es la vía que más
les favorece y continúen en pos de ella.
Bibliografía
BERNAL-MEZA,
Raúl y Masera, Gustavo (2008) El Retorno del Regionalismo. Aspectos Políticos y
Económicos en los Procesos de Integración Internacional. Cadernos PROLAM/USP,
año 8, vol. 1.
FISCHER, Joschka
(09/11/2009) Veinte años después del Muro. En El País.com. Madrid, Ediciones El
País S.L.
FMI (2006) El papel de Asia en la economía mundial. En
Finanzas & Desarrollo, pp. 14-15.
KLEIN, Naomi (2009) La mala influencia de Obama. En La
Jornada
NAÍM, Moisés (04/10/2009)
Europa: ¿museo o laboratorio? En El País.com. Madrid, Ediciones El País S.L.
STEINBERG, Federico (2007) El futuro del comercio mundial:
¿Doha o regionalismo y bilateralismo? Real Instituto Elcano, No. 95/2007.
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